El Día de la Libertad de Expresión en México, celebrado el 7 de junio, no solo es un recordatorio de la importancia de este derecho fundamental, sino también una dolorosa reflexión sobre la realidad que enfrentan los periodistas en el país.
La práctica del periodismo en México, se ha convertido en una tarea extremadamente peligrosa, a menudo mortal, reflejando una situación más crítica que en algunos países en conflicto armado.
Según datos de Reporteros Sin Fronteras, México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo. En 2023, se registraron 13 asesinatos de periodistas, situando al país como el más letal para los profesionales de la información en el continente americano. Desde el año 2000, más de 150 periodistas han perdido la vida debido a su labor informativa.
Esta violencia no se limita a los homicidios. La organización Artículo 19 reportó que, en 2023, hubo más de 600 agresiones contra periodistas, incluyendo amenazas, ataques físicos, y actos de intimidación. Estas cifras son alarmantes y reflejan un entorno hostil donde la impunidad es la norma.
Solo una mínima fracción de estos crímenes ha sido resuelta, lo que perpetúa un ciclo de violencia y temor.
Además, el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas ha recibido más de 1,400 solicitudes de protección desde su creación en 2012.
A pesar de estos esfuerzos, muchos periodistas han señalado la ineficacia del mecanismo y la falta de recursos suficientes para ofrecer una verdadera protección.
En 2023, al menos 75 periodistas bajo este mecanismo reportaron haber sufrido algún tipo de agresión o amenaza.
La autocensura es otra consecuencia devastadora de esta violencia. Según un estudio del Centro de Investigación y Capacitación Propuesta Cívica, el 60% de los periodistas en México admiten haberse autocensurado debido al miedo a represalias.
La cobertura de temas relacionados con el narcotráfico, la corrupción y los abusos de poder son particularmente sensibles y peligrosos, lo que limita significativamente la capacidad de los medios para informar de manera completa y veraz.
Comparativamente, países en guerra como Siria y Afganistán presentan cifras de ataques y homicidios de periodistas que, aunque extremadamente graves, no alcanzan los niveles persistentes y sistemáticos observados en México.
Esta realidad subraya la gravedad de la situación en México, donde la violencia contra la prensa no es consecuencia directa de un conflicto armado generalizado, sino de una compleja red de corrupción, crimen organizado y falta de estado de derecho.
La situación en México pone de relieve la urgente necesidad de fortalecer los mecanismos de protección para periodistas y de garantizar la independencia y seguridad de las investigaciones sobre crímenes contra la prensa.
Las organizaciones internacionales y los gobiernos extranjeros han expresado repetidamente su preocupación y llamado a las autoridades mexicanas a tomar medidas concretas para revertir esta preocupante tendencia.
En este Día de la Libertad de Expresión, es imperativo reconocer y honrar la valentía de aquellos que, a pesar de los riesgos, continúan informando y luchando por la verdad. La libertad de expresión es un pilar fundamental de cualquier sociedad democrática, y su defensa debe ser una prioridad para todos.
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